El olivo es un árbol cultivado durante milenios a orillas del Mediterráneo, caracterizado por su capacidad de adaptación a un clima fluctuante, con periodos de sequía, lluvias irregulares y grandes contrastes de temperatura. Aun así, en las últimas décadas, los efectos del calentamiento global han intensificado la variabilidad climática, lo que ha provocado que, pese al aumento de la superficie cultivada y la adopción de sistemas de olivar en seto de alto potencial productivo, la producción media se haya estancado o incluso disminuido en algunos años. La frecuencia creciente de fenómenos climáticos extremos es la principal causa de que la producción real se aleje de la potencial, año tras año.

El IAS-CSIC trabaja en diversas líneas de investigación destinadas a mejorar la capacidad del olivo para resistir y adaptarse a estas condiciones extremas. Algunas de estas medidas que se están estudiando son:

• El manejo de cubiertas para limitar la erosión del suelo y mejorar la infiltración del agua
• El secuestro de CO₂ en el suelo y la biomasa de los olivares
• La gestión eficiente del agua
• Estrategias integradas contra enfermedades del olivo combinando medidas preventivas y curativas
• Selección y obtención de variedades adaptadas al estrés hídrico

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