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Diversidad de microartrópodos como indicador de la calidad del suelo / Emily Silva

Emily Silva Araujo
Departamento de Sistemas Agrícolas, Forestales y Medio Ambientales (SAFMA)
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
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El suelo es un reservorio muy importante de biodiversidad. La fauna edáfica desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de la calidad y salud de los suelos participando en procesos como la traslocación de la materia orgánica, el reciclado de nutrientes, o la mejora de la estructura. Algunos grupos faunísticos son muy sensibles a los cambios en las características del suelo porque están adaptados a condiciones específicas. La mesofauna, constituida por organismos de entre 200 mm y 2 mm de tamaño corporal (microartrópodos, mayoritariamente), cuya actividad se concentra en los 20 cm más superficiales del suelo, se ve afectada por factores medioambientales y de manejo que actúan tanto sobre como bajo la superficie del suelo. Entre los factores que más afectan a la mesofauna se encuentran la cobertura vegetal, la estructura, la temperatura y el contenido de agua en el suelo. Por lo tanto, las comunidades de mesofauna que habitan los agroecosistemas se estructuran principalmente por las prácticas agrícolas. El laboreo, la sobrefertilización, el monocultivo, y la aplicación de fitosanitarios suelen provocar degradación del suelo (aumento de la erosión, salinización y compactación, así como descenso del contenido en materia orgánica), que pueden derivar en una disminución en los rendimientos del cultivo y en la biodiversidad del suelo. Por el contrario, en la última década, se ha demostrado que las prácticas de conservación, como el laboreo reducido o la diversificación de cultivos, permiten mejorar las propiedades del suelo (estabilización de agregados, secuestro de carbono, retención de nutrientes, etc.), incrementando los rendimientos de los cultivos.

El método más habitual para conocer la comunidad de mesofauna que habita en un determinado suelo es tomar un bloque del mismo de 10-20 cm de lado y extraer la fauna empleando un embudo de Berlese-Tüllgren durante, como mínimo, una semana. Una vez extraídos, los microartrópodos se conservan en una solución de etanol al 70%. Después, se calcula el índice de calidad biológica del suelo (QBS-ar), que se basa en el grado de adaptación de los grupos de microartrópodos a la vida en el suelo (mayor adaptación = mayor puntuación). En cada muestra, se suma el valor de la puntuación obtenida por cada forma biológica encontrada de tal modo que valores más elevados se corresponden con una mayor calidad del suelo. Este índice combina dos aspectos fundamentales: (1) la presencia de microartrópodos en el suelo, es decir, su biodiversidad, y (2) su desaparición bajo condiciones de degradación, es decir, su sensibilidad. 

Foto 1: Conjunto de embudos Berlese-Tüllgren, dispositivos empleados para extraer la mesofauna del suelo.

Estudios previos han demostrado la robustez y sensibilidad de este método para discriminar entre tipos de uso y gestión del suelo. Por ejemplo, en Chile, se observó que los valores del QBS-ar variaban en función del uso del suelo, siendo más elevados en suelos de bosques autóctonos que en reforestaciones con pinos o en praderas. Un estudio en la India reveló que las comunidades de microartrópodos en jardines son poco diversas (valores de QBS-ar entre 0 y 58). En sistemas de cultivo extensivos se ha observado que tanto el manejo del suelo (laboreo convencional o de conservación, inclusión de cultivos cubierta en la rotación o barbecho, riego o secano) como la especie de cultivo (alfalfa, maíz, trigo, soja) afectan a los valores de QBS-ar, que oscilaron entre 40 y 115. En viñedos del norte de Italia se ha observado que este índice fue inferior en viñedos cuyo suelo se gestionaba con laboreo (QBS-ar = 95, en promedio) frente a viñedos con cubierta vegetal (QBS-ar = 132, en promedio). Además, otro trabajo demostró que el manejo ecológico del viñedo incrementa los valores de este índice (QBS-ar = 95) en comparación con el manejo convencional (QBS-ar = 65).

Foto 2: Especie de colémbolo encontrada en una de las parcelas experimentales del proyecto S.O.S.-Suelo. Este grupo de artrópodos son indicadores de la salud del suelo.

En el proyecto S.O.S.-Suelo, desarrollado por el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), se está utilizando, entre otros, el índice QBS-ar como indicador de la calidad del suelo en diferentes agroecosistemas de relevancia para Aragón. Hasta el momento, se han muestreado rotaciones de cereal bajo diferentes estrategias de manejo (laboreo convencional, siembra directa, ecológico, secano y regadío) y un viñedo manejado en secano y con cubierta vegetal en la entrefila. En este último caso, hemos observado que un laboreo superficial (10-15 cm) ha causado una reducción en la diversidad de mesofauna del 52% con respecto al mantenimiento del suelo con cubierta vegetal espontánea en ese mismo viñedo. En sistemas de cultivo de cereales en secano hemos observado reducciones importantes en la diversidad de mesofauna entre un cultivo con laboreo convencional y otro con siembra directa, si bien los resultados observados sugieren que el manejo ecológico del cultivo, a pesar de que el terreno se había labrado, incrementa la diversidad de mesofauna en un 12% cuando se compara con la siembra directa. En el caso de sistemas de cultivo de cereales en regadío, la siembra directa presenta un índice de diversidad de mesofauna 41% superior a un sistema bajo laboreo convencional. Estas observaciones demuestran que el manejo del suelo altera la diversidad de microartrópodos que habitan en él, promoviendo algunos grupos frente a otros, y, junto con medidas de otras propiedades del suelo (físicas, químicas y microbiológicas), nos permitirán diagnosticar el estado de salud de los suelos en función de la estrategia de manejo.

Las personas interesadas en estos temas pueden consultar los avances del proyecto S.O.S.-Suelo a través de su página web: https://sossuelo-cita.es/

Agradecimientos: Este estudio forma parte del programa AGROALNEXT y ha sido parcialmente financiado por MCIN con fondos NextGenerationEU de la Unión Europea (PRTR-C17.11).

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