La nueva Política Agraria Común (PAC) pretende fortalecer la sostenibilidad ambiental de la producción alimentaria estimulando el uso de los recursos naturales (pastoreo) y la diversificación de los cultivos (pago verde). La depenencia de la importación de soja para la alimentación animal constituye una desventaja en la producción agraria de la UE, por lo que la PAC proporciona apoyo específico al cultivo de leguminosas para incluir en las rotaciones forrajeras con el fin de alcanzar la autosuficiencia protéica de la UE. Las leguminosas tienen un papel importante por su capacidad de fijar nitrógeno en el suelo, que posibilita la reducción de la fertilización química (Rochon et al., 2004) y por su mejor aprovechamiento del agua (Ferreyrolle, 2016). Sin embargo, su utilización como ensilado para el racionamiento animal se ve limitada por su trabajo contenido en carbohidratos y elevada capacidad tampón (Foster et al., 2011), que puede originar problemas durante el proceso fermentativo. Ahora bien, su intercultivo con gramíneas no solo incrementa el rendimiento productivo (Baizán et al., 2015) sino que mejora el proceso de fermentación y mantiene la calidad del ensilado debido a la reducción de la degradación de proteinas (Copani et al., 2014).

El objeto de este estudio fue evaluar la posibilidad de sustituir total o parcialmente el ensilado de raigrás italiano en la alimentación de vacas lecheras por ensilado de haba forrajera sin que afecte a la producción ni a la calidad de la leche, de modo que pueda minimizarse la compra de alimentación externa, especialmente piensos protéicos.