Los procesos ecosistémicos en la naturaleza proveen a los humanos de multitud de servicios que nos resultan necesarios para nuestra existencia. La polinización, en la que participan multitud de animales vertebrados e invertebrados, es un claro ejemplo, pues de ella depende la producción de muchos de los frutos y semillas de los que nos alimentamos. Muchos invertebrados, como mariposas, polillas, avispas, escarabajos, abejorros o abejas (de las cuales existen unas 20.000 especies en el planeta) juegan un papel fundamental en la polinización.

Sin embargo, la gran pérdida de biodiversidad debida a las actividades humanas también está teniendo consecuencias sobre la polinización. Se estima que un 16,5% de las especies de vertebrados polinizadores (algunas aves, lagartos o murciélagos) y que un 40% de los invertebrados polinizadores (especialmente abejas y mariposas), están en riesgo de extinción*. La reducción de estas poblaciones de animales tiene claras consecuencias sobre el medio natural, agrario y humano: menor producción de frutos y semillas, reducción de las poblaciones silvestres de muchas especies de plantas al no haber descendencia, alteraciones en las cadenas tróficas, menor producción de alimentos para nuestra especie (muchas especies agrarias dependen para su polinización de insectos de una forma total o muy mayoritaria tales como la cebolla, la almendra, la calabaza, la manzana, el mango, la sandía, la colza o el girasol entre otras), etc.