Se eligen cultivos que no sólo se adaptan a las condiciones de montaña si no que sacan lo mejor de sí mismos. Además de las condiciones climáticas se tiene en cuenta también la coyuntura agraria de la zona. Los cultivos elegidos han de ser compatibles con una rotación ganadera y/o permitir una rentabilidad aceptable en poca superficie, para permitir así cultivos como segunda actividad para personas ajenas al sector.

Cultivos elegidos:

- La manzana expresa, gracias a los cambios de temperatura entre el día y la noche, mejores características cuando es cultivada en la montaña. Mejora su crocantez, su coloración (sobre todo la denominada “chapa”) y el equilibrio de las componentes de su sabor. Las temperaturas máximas durante el verano se suponen más bajas en zonas de montaña por la altitud.

- La patata tiene problemas para sintetizar almidón cuando el suelo sube de 30˚C. Esta combinación de factores hace que la montaña sea un entorno más adecuado para cultivar patata, pudiendo elegir cultivares de ciclo más largo, y por tanto con más contenido en almidón, que en zonas más bajas. La diferencia entre temperatura diurna y nocturna también favorece la calidad del tubérculo.

La judía, aunque es un cultivo de verano, no soporta bien temperaturas elevadas cuando está en floración, además los sustratos de montaña suelen tener un contenido en sales más moderado, factor que también beneficia a la judía. Una vez más el gradiente térmico entre día y noche mejora , en este caso la sanidad, del cutlivo.